Al convertirse la inteligencia artificial en una tecnología de moda, todo el mundo habla de ella. Seguro que el lector ha mantenido alguna conversación con amigos o compañeros de trabajo en la que han especulado con los siguientes avances de la IA. Es normal. Todos lo hemos hecho. ¡Y es que como para no haberlo hecho! Con la cantidad de noticias que salen a diario sobre robots comportándose como humanos. Pero ¿qué es real? ¿Qué noticias buscan el sensacionalismo y cuales divulgar un verdadero avance de la inteligencia de las máquinas?

Aclaremos una serie de mitos comunes que se han generado en torno a la inteligencia artificial y analicémoslos con ojos científicos.

La inteligencia artificial reemplazará todos los trabajos

Entremos en la más popular de las creencias falsas en torno a la inteligencia artificial. Sus defensores afirman que la tecnología está, hoy en día, tan avanzada y sus costes ya son tan bajos que en poco tiempo reemplazarán la mano de obra humana. Este fenómeno conduciría a un desempleo masivo a nivel mundial, ya que las inteligencias artificiales asumirían los puestos humanos.

Esto es muy difícil que ocurra por varias razones. Para empezar, actualmente la cantidad y variedad de trabajos que hay en el mundo excede las capacidades cognitivas de las IAs que tenemos. En este punto, lo que sí es cierto es que los trabajos más manuales y de baja capacitación son los primeros en estar en riesgo de ser sustituidos por las máquinas. Los trabajos más cognitivos (o intelectuales) tampoco están libres de ser reemplazados, pero cuanto más complicado mentalmente sea el trabajo más tardará en ser hecho por una máquina. El resto de los trabajadores se verán beneficiados de los avances tecnológicos y verán cómo se potencia su trabajo.

La inteligencia artificial será, y es, una herramienta clave para potenciar los trabajos de la inmensa mayoría de la gente. Iremos viendo cómo muchas tareas se van automatizando poco a poco, lo que generará nuevas formas de hacer nuestros trabajos, pero el trabajo en sí no desaparecerá.

Por ejemplo, los tipsters no dejarán de existir. Tampoco tendrán que estar horas y horas revisando partidos y estadísticas, se apoyarán en herramientas de inteligencia artificial para hacer ese trabajo.

La IA controlará el mundo y los robots gobernarán a los humanos

Que la inteligencia artificial vaya a controlar el mundo y esclavizar a la raza humana es un recurso muy utilizado en el mundo de la ciencia ficción. Películas como Matrix o Terminator nos han enseñado cómo serían los mundos postapocalípticos fruto del apocalipsis de las máquinas inteligentes. También las hay que hablan de programas informáticos que hackean autónomamente los sistemas de seguridad de almacenes nucleares para acabar con la Tierra directamente.

Veamos por qué no pueden darse estas situaciones. Para empezar, hoy en día las decisiones más críticas de la sociedad, como la seguridad nacional, no se delegan en máquinas. Mediante técnicas como poner humanos en la cadena de toma de daciones se controlan estos posibles “errores” de las IA. Para las decisiones menos importantes, también se intenta asignar la última palabra a los responsables de los sistemas.

En el mundo de las apuestas deportivas se están popularizando mucho los bots de autobetting que se encargan de emplazar los picks por nosotros. La analogía hacia los riesgos que hemos comentado anteriormente podría venir dado por pensar que el bot nos va a dejar el bank a cero si se equivoca y toma malas decisiones. Pero la realidad es que eso es muy difícil que pase. Mejor dicho, puede pasar, pero lo normal es delegar en ese bot una cantidad de dinero muy planificada y disminuir el riesgo que supondría para nuestra inversión total el que ese sistema concreto de autobetting lo pierda todo.

Además, la inteligencia artificial tampoco es capaz de gobernar el mundo porque necesitaría datos de entrenamiento para aprender a hacerlo. Y ¿de dónde va a sacar esos datos si ni siquiera nosotros, los humanos, sabemos hacerlo correctamente?

Por otro lado, los robots no son capaces, hoy por hoy, de articularse y pensar y actuar como lo hacemos los humanos, mucho menos superarnos. Con esas características, vemos difícil que organicen una rebelión para cuestionar nuestro trono en el planeta azul.

Bromas aparte, la tecnología robótica está muy por detrás de lo que muestra la ciencia ficción. Los robots reales que vemos en las revistas suelen estar programados específicamente para realizar tareas muy repetitivas. No combinan algoritmos inteligentes para tomar decisiones segundo a segundo al interactuar con su entorno.

Otra de las limitaciones físicas que presentan los robots son las capacidades de cómputo de éstos. La investigación actual va más por la línea de mejorar las capacidades de procesamiento de datos de las máquinas que en hacerlas más inteligentes. Primero lo primero. Para tema aparte daría entrar en el mundo de la computación cuántica, pero si queríamos mencionar, en este punto, que será una revolución muy impulsora de la inteligencia artificial en el futuro.

Por último, ¿Por qué asumimos que dentro de las inquietudes de las inteligencias artificiales ha de estar la de gobernar el mundo? ¿No es acaso algo muy humano ese pensamiento? Quizás una IA superinteligente esté muy por encima de esos pensamientos y nosotros no supongamos más que hormigas para ella.

La inteligencia artificial se desarrollará a sí misma sin ayuda humana

Esta teoría defiende que las inteligencias artificiales tomarán una especie de conciencia de sí mismas y empezarán a desarrollarse y mejorarse sin que los humanos se lo hayamos pedido.

Un ejemplo sería un sistema de apuestas automáticas entrenado para que apueste a mercados de fútbol y que, de repente, empiece a apostar a baloncesto.

Para ser justos, hay muy poca investigación sobre este tema, pero parece una tarea muy complicada de materializarse. Los sistemas de inteligencia artificial aprenden de los datos que se les entrega y no pueden inferir conocimiento más allá de esos datos. Al fin y al cabo, así aprendemos los humanos también. Con datos o con prueba y error, pero esa prueba y error no es más que una nueva forma de generación de nuevos datos. Veremos hacia dónde evoluciona el aprendizaje no supervisado o el semi supervisado, pero no nos adelantemos. Ya veremos más adelante estos conceptos.

Por otro lado, las prácticas regulatorias que se están desarrollando en la Unión Europea y en Estados Unidos van en la línea de controlar estos escenarios.

Los sistemas de inteligencia artificial van a funcionar como un cerebro humano

Los sistemas de inteligencia artificial hoy en día son únicamente algoritmos informáticos. La complejidad del cerebro humano (tanto en términos de cómputo como de eficiencia) excede con creces las capacidades artificiales que hemos desarrollado.

Algoritmos como las redes neuronales artificiales son sistemas informáticos bioinspirados, pero que, más allá de la sugerencia, guardan profundísimas distancias con la sesera humana y que no son capaces de pensar como nosotros, los humanos. En nuestra cabeza (y también el cuerpo como afirman las investigaciones más modernas) tienen lugar miles y miles de procesos cognitivos que nos son, a día de hoy, replicables por nuestras máquinas.

Para que algún día podamos replicar artificialmente un cerebro humano primero tenemos que entender cómo funciona, conocimiento del que aún nos priva nuestro avance científico. Esperemos a ver qué dice la neurociencia al respecto para vulgarizar este mito.

Solamente las grandes compañías tienen la capacidad de usar la IA

Actualmente el mundo de la inteligencia artificial está muy concentrado en los gigantes de la tecnología, también conocidos como bigtech (Google, Apple, Meta, Amazon y Microsoft). Ver los grandes avances de la IA tan lejanos lleva a mucha gente a pensar que su uso sólo está al alcance de estas grandes corporaciones. Esto nos lleva incluso a una variante del mito en la que se abre la puerta de un mundo distópico en el que la sociedad está controlada por las grandes corporaciones.

Como venimos viendo en los mitos anteriores, no son más que miedos infundados. Desde pequeñas startups hasta empresas tradicionales (grandes, pequeñas y medianas) de sectores diferentes al tecnológico ya se están beneficiando de las virtudes de la inteligencia artificial. Las empresas ya están optimizando los procesos con herramientas de IA, como asistentes virtuales, cálculos complejos o automatización de pequeñas decisiones cotidianas. Su repercusión se puede apreciar directamente en la optimización de costes y en disminución de errores.

También se puede apreciar cómo ha permeado la inteligencia artificial en los productos y servicios que ofrecen toda la clase de empresas. Desde los servicios postventa hasta el diseño industrial de productos pasando por la servitización, los sistemas de inteligencia artificial tienen ya mucho que decir a todos los niveles.

Se necesitan expertos en datos e inteligencia artificial para poder utilizar esta tecnología

Para contestar a este mito, tenemos que diferenciar entre el desarrollo de sistemas de inteligencia artificial y su uso. Sí puede ser cierto que, hoy en día, para desarrollar sistemas inteligentes se requiere de personas altamente cualificadas, como ingenieros informáticos, matemáticos, físicos o incluso filósofos, pero para su uso, rotundamente, no.

Puede ser una tarea complicada el desarrollo de un tipster sintético, pero cualquiera que siga sus pronósticos podrá beneficiarse de su uso.

Más datos significa más inteligencia artificial

Este mito es cierto sólo en parte. El argumento que se suele esgrimir es que automáticamente más datos significa sistemas más inteligentes. Así, directamente. Y esto no es del todo cierto.

Como veremos, la calidad es más importante que la cantidad cuando hablamos de datos que alimentan sistemas de inteligencia artificial. Una IA será tan buena como los datos con los que aprenda. Si éstos contienen errores o inexactitudes éstas se trasladarán a la toma de decisiones de estas IAs, perjudicando el resultado. La razón de ello es que los sistemas de inteligencia artificial, en última instancia, son sistemas estadísticos de procesamiento masivo de datos. Como se suele decir: garbage in, garbage out (basura entra, basura sale).

Este es el verdadero reto de la IA: proporcionar datos de calidad para obtener mejores sistemas.

La inteligencia artificial pone en riesgo los datos

Debido a la importancia que tienen los datos en el desarrollo de inteligencias artificiales robustas, las grandes compañías han llevado a cabo estrategias de recolección de datos muy agresivas en las últimas décadas. Estas prácticas han generado un rechazo y confianza por parte de los consumidores que ha derivado en cuestionarse si son seguras, de cara a la privacidad, las nuevas IAs ultraentrenadas con nuestra información personal. A lo anterior, también, habría que sumarle, para terminar de agravar la situación, los robos y fugas de información que han tenido estas compañías.

La realidad, esta vez, viene rebajada gracias a la regulación. Europa quiere ejercer un papel dominante en temas de regulación de datos e inteligencia artificial. Leyes como el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) de la Unión Europea, junto con otros reglamentos propios de los países miembro, se encargan de velar por nuestra seguridad ante esta nueva, teórica, amenaza. Estas leyes se han implementado, principalmente, para mejorar la seguridad de los ciudadanos y consumidores, rebajando el riesgo de que sus datos se vean comprometidos, por lo que las empresas que desarrollen inteligencias artificiales se verán obligadas a cumplirlas, lo que deja este mito un poco en el aire.

Aprovechando la temática anterior, queremos, aquí, hacer una rápida reflexión sobre estas políticas y sus posibles implicaciones en el mundo de las apuestas deportivas. Claramente Europa ha optado por centrar su estrategia respecto a la inteligencia artificial en el contexto de la seguridad y privacidad porque se ha visto relegada en otros aspectos como la vanguardia tecnológica, con Estados Unidos a la cabeza, y la generación masiva de datos, viendo cómo la población más numerosa del mundo y ultrasensorizada de China deja atrás al resto de países. En este contexto, tendremos que estar muy atentos a cómo se mueven, los próximos años, los mercados de apuesta para analizar las oportunidades que surjan.

Quizás en el futuro no se puedan entrenar sistemas de inteligencia artificial para apuestas deportivas en Europa y solo se puedan utilizar en bookies asiáticas. O quizás el mercado se globalice tanto que sea prácticamente único y podamos beneficiarnos de avances tecnológicos estadounidenses en España. De cualquier forma, nosotros seguimos muy de cerca el estado del arte en este mundo de las apuestas deportivas para continuar innovando en el sector.

Estamos cerca de llegar a la singularidad tecnológica

Entendemos la singularidad tecnológica como un punto en el que la tecnología desarrollada por la raza humana trasciende en sí misma hasta llegar a un punto en el que nuestro universo se ve alterado de forma irreversible. Dicho de otra forma, podríamos hablar de que la línea que diferencia lo físico de lo digital se difumina tanto que los organismos biológicos y los artificiales conviven en un estado par.

Muchos autores discuten sobre este hipotético futuro. De cualquier forma, estas tesis se ven muy lejanas y, en nuestra opinión, no merecen dedicar mucho esfuerzo a su pensamiento, hoy por hoy.